jueves, 26 de mayo de 2011

“Las metas de la ciencia”

Por: José Antonio Rumoroso Rodríguez

México, D. F.

It is not enough that the goals of the scientific research orient their results to obtain the well-being of a society; the true purpose of science would have to be oriented to the benefit of the same humanity.


No basta que las metas de la investigación científica orienten sus resultados para lograr el bienestar de una sociedad, la verdadera finalidad de la ciencia debiera estar orientada al beneficio de la humanidad misma.

Introducción.

A lo largo de la historia humana diversos filósofos e investigadores han tratado sobre el desarrollo de la ciencia y el conocimiento, de tal suerte que no resulta sencillo mostrar cierta originalidad al revisar aspectos filosóficos de la ciencia. Sin embargo, siempre es posible presentar un punto de vista individual en las propias experiencias, el cual hoy se presenta.

La estructura del ensayo es la siguiente:

  1. La expansión del conocimiento.
  2. Combatir supersticiones y dogmas.
  3. Desarrollar disciplina en el modo de pensar.
  4. Preparar a las comunidades científicas para optimizar las funciones de docencia y enseñanza.
  5. Servir a la sociedad.

1. La expansión del conocimiento

Parece claro que la meta de la ciencia es la expansión del conocimiento. Todos al parecer estamos de acuerdo con ello y, sin embargo, resulta muy conveniente precisar los límites de este aserto, especialmente por lo que se refiere a los límites de la ciencia misma. Se está de acuerdo en considerar que la observación y los sentidos es parte importante de la metodología misma de la ciencia, pero ¿la simple observación, es ciencia por si misma? Considero que no, y ni siquiera cuando las observaciones se hacen con gran precisión, con ayuda de aparatos que auxilian y extienden la capacidad de nuestros órganos de los sentidos, o cuando va acompañada de mediciones hechas con la mayor exactitud posible. La observación simple no es, ciertamente ciencia, a menos que se le agregue la actitud filosófica de tratar de establecer relaciones causales entre los fenómenos que se registran. Un ejemplo que podría aclarar esta situación es la siguiente: ¿Podría considerarse como ciencia la medición precisa de los granos de arena de todas las playas del mundo? Seguramente que no. Sin embargo, para hacer ciencia, primero se observa, luego se mide y se clasifica, pero no se hace realmente ciencia sino hasta que se intenta establecer una relación causal, se infiere, se formulan hipótesis, se predice y se hacen experimentos para probar estas hipótesis y predicciones, sin tales hipótesis no concordarán bien con los hechos, se habrán de formular nuevas hipótesis y realizar nuevos experimentos para así probarlas. Por lo que podemos concluir que sólo se hace ciencia cuando interviene el intelecto humano para el estudio y el análisis de los datos de la observación; y así establecer las relaciones causales entre las variables del fenómeno, conocer los mecanismos y formular las teorías.

2. Combatir supersticiones y dogmas

Muy a menudo nos admiramos y maravillamos de los enormes progresos alcanzados por la ciencia; y sin embargo, tenemos que reconocer también que aún existen muchas personas que siguen dominadas por un gran número de prejuicios y supersticiones, que muy fácilmente están dispuestos a aceptar.

Si personificáramos a la ciencia como Atenea, o como Minerva, seguramente que, si se asomara por una ventana a ver pasar a la gente común y corriente, veríamos en ella una marcada cara de desdén, lástima, o de orgullo herido.

Muchos periódicos, incluyen una sección sobre astrología y, lo que resulta peor, es que muchas personas ajustan su comportamiento a lo que estas señalan. En algunos países, el piso 13 de los edificios no existe. El gato negro y algunas de las piedras preciosas son vistos por algunos con cierto temor. Las religiones siguen siendo aún el refugio donde buscan y encuentran consuelo millones de personas y sociedades. Los partidos políticos hacen sus ideas verdaderos dogmas a los que sus partidarios se aferran ciegamente y por los que serían capaces de ofrendar hasta sus vidas.

En la misma ciencia, a pesar de que la actitud habitual es considerar los hallazgos científicos sólo como verdades provisionales, aún existen y tal vez seguirán existiendo, los dogmas ya que éstos son el resultado de la intervención de la mano del hombre.

Antes del renacimiento se aceptaba sin discusión todo lo que Aristóteles había dicho. Redi, en su libro Experimentos sobre la generación de los insectos (1909) cuenta que Antígono, Plinio, Plutarco, Nicandro, Eliano y Arquéalo admitían que algunos insectos se originaban de la carne muerta de los caballos. El comentarista griego Nicandro atribuía la propiedad creativa sólo a la piel del caballo y agregaba que era condición necesaria que el caballo hubiera sido mordido por un lobo.

El mismo Redi menciona que, según Aristóteles las coles daban origen a las orugas, y comenta “yo he sido capaz de ser testigo de este hecho notable, aunque sí he visto que las mariposas ponen sus huevecillos en los tallos de las coles”. Como señalaremos más adelante, Redi fue uno de los primeros experimentadores que dieron un golpe mortal y decisivo a la teoría de la generación espontánea.

Durante el Renacimiento, Galileo y Server perseguidos por su atrevimiento de pensar en contra de los dogmas de la Iglesia.

En la actualidad, la teoría de la relatividad de Albert Einstein modifica de manera importante la rígida física Newtoniana.

En la neurofisiología, las ideas dogmáticas de Eccles domina la forma de pensar de muchos neurofisiólogos, a pesar de que ya existen muchos datos de observación en contra de tales dogmas.

Actualmente la ciencia tiene a su servicio los modernos medios de comunicación masiva que ella misma ha creado. Sin embargo, ¿Por qué hace poco uso de estos medios de comunicación para su beneficio? Tal parece que vemos aquí una muestra de la poca prudencia o tal vez de la incapacidad de esta especie que se ha denominado a sí misma, pretensiosamente, como Homo Sapiens.

3. Desarrollar disciplina en el modo de pensar

Uno de los papeles más importantes del desarrollo de la actividad científica es su estupenda labor educativa de la mente. La observación, para ser fructífera, ha de ser realizada en forma sistemática. El análisis de los problemas científicos enseña una disciplina en el manejo de datos, en el planteamiento de las hipótesis, en el juicio de los resultados y en la elaboración de teorías. Esta operación mental, necesariamente se refleja en la adquisición de conocimientos, o sea, en el uso de la experiencia previa en beneficio de la manera de abordar y buscar soluciones a los nuevos problemas. Además, esta actitud aprendida trascenderá y será empleada, naturalmente, en el comportamiento del hombre de ciencia fuera de su medio natural: el laboratorio. Se reflejará también en el comportamiento de sus colaboradores y estudiantes, a quienes su ejemplo influirá positivamente.

4. Preparar a las comunidades científicas para optimizar las funciones de docencia y enseñanza

El investigador, por el hecho de trabajar en las fronteras del conocimiento, le es posible juzgar mejor el valor que tienen las afirmaciones que aparecen en los libros, el investigador es el profesional que está mejor capacitado para transmitir a los estudiantes la información referente a las materias que imparten dentro de la esfera de su especialidad.

Los libros de epistemología, suelen expresar en forma dogmática, la información existente. Los datos nuevos que contienen presentan necesariamente, un notable atraso de por lo menos un par de años (el tiempo transcurrido entre la preparación de las distintas revisiones y reimpresiones). El conocimiento va evolucionando en forma vertiginosa por las contribuciones de los numerosos investigadores, y los nuevos hechos y las nuevas interpretaciones no pueden modificar las teorías que se consideraban aceptables cuando se escribió el libro.

El investigador, generalmente está enterado de los nuevos hallazgos, o aún puede ser el autor de éstos, de tal suerte que es él quien pude agregar la información reciente que posee. Su familiaridad con las técnicas experimentales lo faculta para valorar el grado de confianza que merecen las interpretaciones que se hacen de los resultados experimentales.

Al expresar su opinión, aunque esta difiera del autor o los autores del libro, y reforzará en los estudiantes el concepto de las verdades científicas que son solamente provisionales, y que hay que verlas con cierto escepticismo y no permitir, así, que puedan servir de base a perjuicios que pudieran entorpecer la búsqueda de nuevas leyes y nuevas teorías.

5. Servir a la sociedad

En los últimos años, con base en el hecho de que el avance del conocimiento ha dado lugar, no solamente a resultados satisfactorios para el bienestar de la humanidad, sino que ha dado también origen al desarrollo de armas mortíferas y otras situaciones de peligro, se ha manifestado entre el público cierto temor hacia la ciencia. Se señala: que la meta de la investigación científica debiera estar orientada, exclusivamente, hacia el beneficio de la sociedad, de tal suerte que no parece estar justificada la actitud de un hombre de ciencia cuando dice: “A mí denme lo que yo necesito para investigar lo que a mí me gusta, y no se me impongan restricciones de ninguna clase”. Esta manera de pensar no tiene cabida en la sociedad moderna. Pudiera decirse que es la sociedad la que tiene el derecho de marcar las rutas de la investigación para la solución de sus problemas. Su derecho puede fundamentarse en la expresión; “el que paga a los músicos tiene el derecho de elegir la canción que desea escuchar”. Se sabe que la ciencia y la tecnología producen, cada vez mayores cambios en la compleja estructura de la sociedad, y que estos cambios abarcan nuestros sistemas ecológicos, nuestra salud, nuestra estructura mental y tal vez en un menor grado, nuestra cultura, nuestros valores y nuestras instituciones.

Ya lo señalaba tempranamente Descartes en su Discurso del Método:

“Por la investigación científica es posible llegar a conocimientos muy útiles para la vida. En lugar de aquella filosofía especulativa que se enseña en las escuelas, se puede encontrar una filosofía práctica. Conociendo la fuerza y las acciones del fuego, del agua del aire, de los astros, de los cielos, y de todos los otros cuerpos que nos rodean, tan distintamente como conocemos los diversos oficios de nuestros artesanos, podríamos aprovecharlas para todos los usos para los que son propias, y hacernos, así, dueños y poseedores de la Naturaleza. Esto es de desear, no solamente por la invención de una infinidad de artificios que nos permitirán disfrutar, sin ninguna pena, de los frutos de la Tierra y de todas las comodidades que se encuentran en ella, sino principalmente para la conservación de la salud que es, sin duda, el primer bien y la finalidad de todos los demás bienes de esta vida. Hasta el espíritu depende de tal manera del temperamento y de la disposición de los órganos del cuerpo que, si fuera posible encontrar algún medio que hiciera a los hombres más sabios y más hábiles de lo que han sido hasta ahora, es en la medicina donde debemos buscar. Es verdad que la medicina actual tiene pocas cosas de utilidad notable, sin que yo tenga intención de menospreciarla, tengo la seguridad de que no hay nadie, ni los mismos que hacen profesión de ella, que no confiesen que todo lo que sabe en la medicina actual es casi nada en comparación con los que falta por saber. Si no nos lo impide la brevedad de la vida o la falta de experiencias, pienso que no hay mejor remedio contra esos dos obstáculos que comunicar fielmente al público lo poco que yo hubiese encontrado, invitar a los indigentes a tratar de pasar más adelante y contribuir, cada uno según su inclinación y sus posibilidades, a las experiencias que será necesario hacer. Además, habría que comunicar al publico todas las cosas que cada cual aprendiese, a fin de que, comenzando los últimos allá donde los precedentes hubiesen terminado, y juntando así las vidas y los trabajos de diversos hombres, llegásemos todos juntos mucho más allá de donde cada uno en particular podría haber llegado”

No solamente porque lo dijo Descartes, pero sí parece muy razonable que se pida que una de las metas de la ciencia sea servir a la sociedad. A este respecto, estamos de acuerdo con Sócrates, cuando dijo “Las cosas más importantes en el Universo las constituyen los seres humanos” Muchas veces la arrogancia y soberbia que mostramos en el concepto con el cual nos hemos calificado, el de Homo Sapiens, nos hace considerar que la frase de Sócrates es una perogrullada, y que, en consecuencia, nos obliga a dedicar nuestro esfuerzo al estudio de los problemas del hombre.

Es cierto que muchos de estos problemas no pueden ser actualmente abordados sin antes cambiar de corrientes filosóficas y establecer normas de ética. Por ejemplo. ¿Está justificado luchar contra la explosión demográfica por medio de los profilácticos y por la legalización del aborto, de la pena de muerte y de la eutanasia? ¿Es conveniente buscar el mejoramiento de la especie humana mediante el control genético? ¿Debemos admitir que no existen bases biológicas firmes de la igualdad entre los seres humanos? ¿Debemos pedir que todos los hombres de ciencia desciendan de su torre de marfil para enfrentarse al problema más importante de los pueblos en vías de desarrollo, el de asegurar para todos casa vestido y sustento?

Conclusiones.

** Una de las metas de la ciencia sea servir a la sociedad.

** Uno de los papeles más importantes del desarrollo de la actividad científica es su estupenda labor educativa.

** La ciencia actualmente puede hacer “ciencia” de dos tipos: la primera como una meta profundamente idealista para la satisfacción espiritual, y la segunda con una meta pragmática para el consuelo de todos.